En un partido polémico, el Real Madrid se dejó empatar para después hacer tres goles en la prórroga. Los ingresos de los juveniles fueron determinantes en el 5-2 final.

Después de una derrota demasiado amarga ante el clásico rival, era impensado que el Real Madrid consiguiera ganar su siguiente duelo por el mismo marcador. En un partido que se extendió hasta el 120’, los futbolistas sudamericanos del equipo blanco fueron cruciales para conseguir el boleto a los cuartos de final: los ingresos de Federico Valverde y Endrick marcaron la diferencia. Además, el juvenil Arda Güller demostró que merece sumar más minutos; brindó dos asistencias al recién llegado Endrick.
Hasta el minuto 83’, el encuentro no había sido emocionante. El Madrid controlaba la posesión, pero la línea de 3 centrales que propuso Claudio Giráldez era difícil de penetrar. Cada vez que el cuadro visitante recuperaba el balón, se animaba a cruzar el centro del campo y aprovechar las líneas adelantadas del local. Tras una posible falta dentro del área, el vice-capitán Lucas Vázquez aseguró que la pelota siga en juego. En una contra rápida, Mbappé entró al área por la izquierda y anotó un golazo, el número 16 con la camiseta blanca. No tenía ángulo, pero el esférico entró y rompió la red. El árbitro se demoró en cobrar, pero finalmente el marcador se rompió. Minutos después de iniciar la segunda parte, Vinicius Jr. encontró una de las pocas pelotas que tuvo y entró al área para decretar el 2-0. Parecía muy difícil para el cuadro gallego, pero la emoción estaba por venir.
Arda Güller ingresó al campo y, con el cuchillo entre los dientes y un hambre acumulada, buscó desde el inicio marcar una diferencia. Le anularon un gol por un offside, que hubiera sido una sentencia. Al llegar el minuto 83’, el local cometió un error en salida y sufrió el descuento de Jonathan Bamba, el hombre que había ingresado desde el banquillo. Faltaban 7 minutos más los descuentos, pero el Celta es un equipo que guerrea y se agranda en estas situaciones adversas.
Raúl Asensio había hecho un partido impecable. Se había ganado, con merecimiento, el coreo de su nombre durante varias jugadas. Su enorme rendimiento lo afianza como un defensor que cumple si el papel requiere que sea titular. Asensio jugó muy bien 90’. El gol de Bamba, tras un error fatal de Camavinga, pareció caerle como un baldazo de agua congelada. Después de varios quites limpios y justo al cumplir 91’, Asensio cometió una falta dentro del área. Fue una pelota muy rápida. El árbitro no dudó y cobró penal. Marcos Alonso no perdonó y le anotó a Lunin. Forzado el alargue.
Endrick y Valverde ya estaban en el campo. Bellingham entró a acompañar. Fran García lesionado. pasaban muchas cosas y las revoluciones estaban a mil por hora. El 2-2 se mantuvo por buena parte. La magia intangible del Bernabéu siempre promete que, al menos, un gol más del Madrid va a haber. Justamente, la pelota le quedó a un delantero recién llegado. Y no fue Mbappé, quien ya había anotado. Endrick tuvo un balón muy perfilado para su pie izquierdo y mandó un zapatazo inatajable. El recinto de Chamartín comenzó a bailar samba brasileña.
No pasaron muchos minutos para que el partido tenga una nueva dosis sudamericana. Un remate de larga distancia de Valverde hizo estallar al Bernabéu y demostró que la garra charrúa es crucial para este Real Madrid de Ancelotti. Debería ser títular el próximo domingo ante Las Palmas. Todos los asistentes ya conocían esta historia. pero hubo tiempo para más. Nueva asistencia de Güller para que Endrick vuelva a escribir su nombre en el marcador. De taquito, puso el 5-2.
Los partidos en los que el Real Madrid está obligado a ganar, usualmente suceden estas cosas. Si el equipo sufre, se puede agrandar mucho. La derrota ante el Barça fue una cachetada que inyectó adrenalina al equipo. El domingo se vuelve a jugar la vida en La liga y, el miércoles, en la Champions ante el Salzburgo. Tendrá la ventaja de ser local; veremos si los de Ancelotti aprovechan ese factor.